el diario de alison

Sara Shepard Pretty Little Liars Ali’s Diary
Foro Purple Rose

Alguna vez te has preguntado porque Alison DiLaurentis eligió a Aria, Emily, Spencer y Hanna para que fueran sus amigas?
Descúbrelo en este exclusivo diario escrito por Sara Shepard, la autora de Pretty Little Liars.
Conocer a Ali fue un momento que cambio la vida de las Pequeñas Mentirosas para siempre. Pero ahora, gracias a este diario nunca antes visto—finalmente aprenderás lo que la BFF de las Pequeñas Mentirosas estaba pensando el día que las escogió para que fueran sus nuevas amigas. ¡Y no es lo que esperarías!

                                                                Agradecimientos
                                                                    
                                                                    Traducción
                                                                     AndreaN
                                                                  Emii_Gregori
                                                                 
                                                                   Corrección
                                                                  Zarah Fandy
                                                                
                                                                  Recopilación
                                                                   ZarahFandy
                                                                    AndreaN

                                                                       Diseño
                                                                     AndreaN
 Sábado, 6 de septiembre
Creo que acabo de conocer a mis cuatro nuevas mejores amigas. Ellas no son nuevas en Rosewood, estoy bastante segura de que han estado aquí toda su vida. Pero son nuevas para mí. Son el tipo de chicas con las cuales nunca hablaría... hasta hoy.
Era media mañana cuando las vi por primera vez desde la ventana del piso superior. Una chica con el cabello rojizo y hombros de nadadora estaba de espaldas a las plantas de tomate de mi mamá. Quería advertirle que no se acercara demasiado a esas plantas—mi mamá las amaba. La chica se veía muy nerviosa, como si estuviera rompiendo algún tipo de ley importante. Ahora que lo pienso, merodear por aquí es un delito ¿no?
Entonces vi a otra chica con camisa de rayas rosas y cabello negro azulado que estaba agachándose detrás de un gran roble que había sido alcanzado por un rayo. Los ojos de rayas rosas se precipitaron hacia delante y hacia atrás y ella limpio una mancha invisible en su rara camisa de estilo pantalones-de-cuero. No muy lejos, estaba una chica gordita, con la cara redonda y cabello castaño sin vida que se deslizo hacia la cerca. Ella tiro hacia la cintura sus pantalones vaqueros, como si la tela le hiciera un corte incomodo en el estomago.
Por último, vi a mi vecina Spencer, por encima de mi límite de propiedad. La única razón por la que estaba segura del nombre de Spencer y no del de las demás, era porque la hermana mayor de Spencer, Melissa, gritaba en voz alta todo el maldito tiempo–en su patio trasero, en su carretera, enfrente de su casa—¡Spencer!
Spencer se quedo detrás de las plantas de frambuesa de mi mamá, jugueteando con la banda elástica de su largo cabello rubio-sucio. Llevaba una camiseta negra, pantalón negro y hasta las zapatillas Puma negras, como si estuviera tratando de camuflarse a sí misma. Todas ellas solo estaban sentadas allí, esperándome. Algo

me dijo que estas chicas no tenían planeado reunirse en mi patio exactamente al mismo tiempo. Cuando las vi reunirse entre sí y convocar un círculo estrecho, sabía que tenía razón. Spencer agito los brazos mandonamente hacia las demás.
Rayas rosas pisoteo sus botas disparatadas en el césped perfectamente cortado de mi familia.
La chica gordita puso una cara y enredo un pedazo de cabello marrón-pupú alrededor de su dedo. La nadadora con el cabello rojizo miro al suelo con aire de culpabilidad.
—Yo estaba aquí primero, —beso a alguien.
—Yo estaba aquí antes que tú, —otra voz grito. —Yo te vi salir de tu casa hace unos cuantos minutos.
De repente yo estaba bastante segura de porque estaban aquí— y de lo que querían.
Me esforcé por escuchar lo que decían, pero luego sentí una mano sobre mi brazo. Como es usual, estaba siendo arrastrada a otra discusión. Esta es la familia DiLaurentis, parecemos perfectos desde el exterior, pero todo lo que hacemos es pelear. Cuando todo termino, mi hermano Jason, se quejo en voz alta, saliendo por la puerta trasera, y pisoteando todo el patio. Quería gritarle. Al igual que siempre lo hago.
Mire la capucha del suéter de Jason rebotar hacia arriba y hacia abajo mientras él se iba. A medio camino en el patio, se quedo paralizado y miro algo en el patio trasero de Spencer. La hermana de Spencer se sentó en el borde del jacuzzi con Ian Thomas, la expresión de Jason se volvió dura y tensa. Sus mejillas se pusieron rojas como los tomates de mamá. Casi me eche a reír. ¿Acaso a él le gustaba esa perra remilgada? ¿Estaba celoso de que Ian este con ella?
Personalmente, creo que a Ian podría irle mucho mejor.

Por último, Jason empezó a caminar de nuevo, en una línea recta hacia el bosque y sin darse cuenta de las cuatro chicas escondidas entre los arbustos. Después de que estuve segura que se había ido, me deslice por la puerta trasera. Los ojos de las chicas se ampliaron cuando me vieron. Ninguna de ellas se movió.
Me recordaban a los ciervos que a veces vagan en el medio del camino. En lugar de huir, el venado siempre se queda allí, quieto. Algunos de ellos incluso mueren. Imbéciles.
—Pueden salir, —llame en una voz aburrida, dirigiéndola a un punto en mi patio trasero.
Algo crujió. Una de las chicas tosió. —Está bien, —dije en voz alta. —Pero si vienen por mi bandera, es tarde. Alguien más ya robo.
—No sé quien, —les dije. Era mentira, por supuesto—Jason había agarrado la bandera de mis manos justo ahora. "¡Ya basta!" Él había dicho en su irritantemente dramática manera, corriendo por la puerta antes de que pudiera detenerlo. Pero no quería contarles eso a las chicas. Significaría que tendría que entrar en otras cosas—cosas complicadas. Era mejor fingir que no tenía idea.
Las chicas se reunieron a mí alrededor tentativamente, como si estuviera hecha de frágiles cristales de swarovski. Sus sonrisas eran nerviosas y agitadas, pero se pusieron de pie, empujando su cabello detrás de sus hombros, e hicieron su mejor esfuerzo para actuar de manera fría y serena. Me hicieron más preguntas acerca de la bandera, y yo solo invente una historia sobre como estuvo conmigo un minuto y al siguiente había desaparecido. Yo les dije exactamente como había decorado la bandera y como yo estaba furiosa con quien la hubiera tomado. Yo no estaba mintiendo acerca de esa parte—estoy furiosa con Jason. Por muchas cosas.
Entonces mi mamá se asomo por el patio trasero, se había cambiado de su bata debaño y pantuflas y se puso un top elegante, falda zapatos de tacón. Sus ojos se dirigieron hacia mí. Todos mis músculos se tensaron. — ¿Ali?
Las cuatro chicas en el patio se giraron, así que yo también lo hice. Mamá elevo sus palmas hacia el aire. —Así que… nos vamos ahora, ¿Ok?
—Ok, —respondí. Sostuve una sonrisa pero no hice más. — ¡Chao! —Mi madre espero, pareciendo como si quisiera decir algo más. Solo vete, me estaba muriendo por gritar. ¿Ella esperaba que yo fuera hacia adentro y dijera alguna clase de despedida lagrimosa? Claro. Las chicas se desplazaron detrás de mí. Finalmente, mi madre se encogió de hombros, se dio la vuelta hacia la casa, y deslizo la puerta de vidrio hasta cerrarla.
Las chicas empezaron a hablar de nuevo, recordándome sus nombres. La de rayas rosadas era Aria—ella tendría un nombre extraño como ese. La chica gordita era Hanna. La rubia fresa era Emily. Asentí con lo que decían, pero realmente no estaba prestando atención. Mi mirada todavía estaba en la casa. La luz de la habitación de arriba brillo encendida. La puerta del garaje gruño abierta y escuche un pequeño gemido, y la puerta de un carro siendo azotada. Luego, el Mercedes color champagne de mi madre se retiro de la carretera. Las ventanas estaban tintadas, pero podía descifrar los perfiles de mis padres en los asientos delanteros, sus rostros estirados y sobrios. Ellos giraron en la estación de correo y lentamente rodaron hacia abajo de la calle. Suspire. Finalmente. Me gire hacia las chicas. Repentinamente, ya no me sentía como si estuviera con ellas. Y luego me di cuenta—que no tenía que estarlo.
Soy Alison DiLaurentis—puedo hacer lo que quiera.
—Bueno, adiós, —dije abruptamente. Marche de vuelta cruzando el patio, mis tacones de plataforma hundiéndose en la grama. Casi no note el frio metal de la perilla de la puerta del patio mientras la abría. Adentro, la cocina estaba silenciosa y quieta. Alguien dejo la cafetera encendida, pero no había café en el envase. Mi madre había apilado los platos de mi desayuno familiar en el lavabo. Unos pocos abrigos faltaban en el perchero de la puerta, y varios pares de zapatos ya no estaban puestos en la estera tejida cerca de la lavadora. Estaba sola. Aparte las cortinas de la ventana arriba del lavabo y mire hacia afuera. Spencer, Aria, Hanna, y Emily todavía estaban paradas en el medio del patio, pareciendo aturdidas. Después de un momento, ellas agacharon sus cabezas y se dirigieron en direcciones contrarias. Hanna casi tropezó con un cordón desatado mientras se dirigía a su bicicleta. Emily suspiro y camino penosamente hasta mi patio frontal. Aria desapareció dentro del bosque, sus hombros encorvados furiosamente. Spencer camino con la columna derecha de vuelta a su patio. Tenía una mueca en el rostro, como si estuviera conteniendo un pedo.
Pero incluso así, estas chicas funcionarían para mí. Necesitaba nuevas amigas, después de todo—Naomi y Riley son historia. Y estas chicas tenían potencial—Hanna tenía unos hermosos (ligeramente muy pequeños) jeans Paper Demim que nunca había visto en las tiendas. Aria es realmente linda, si tan solo cambiara su cabello y no se vistiera como un elfo. Emily tenía una dulce sonrisa—estoy segura de que sería un genial hombro en el cual llorar. Y algo me atraía a Spencer, aunque no podía poner mi dedo en lo que era. Tal vez es solo porque ambas éramos rubias, bonitas, y queríamos que las cosas se hicieran a nuestra manera. Tal vez a las chicas nos gusta que las cosas sean parecidas. Pero más que todo eso, estas cuatro chicas probablemente valdrían el castigo al que me dirijo. Probablemente harían exactamente lo que digo—siempre.
Una nube paso sobre el sol entonces, oscureciendo el interior de mi casa. Subí las escaleras, encendiendo la luz del dormitorio, y me pare tranquilamente sobre la alfombra de rayas. El único sonido en la habitación era el suave zumbido de los afiches al lado de la cama enmarcados a los lados de un espejo de cuerpo completo en la esquina y atascando el afiche de anuncios sobre el escritorio.

Ropas colgaban pulcramente en el closet, y zapatos de tacón, sandalias de tiras, y zapatillas de ballet pastel colgaban en un organizador en el borde de la parte de atrás de la puerta. Me quede mirando mi reflejo en el espejo, luego intente sonreír. Mi corazón todavía estaba latiendo muy rápido, pero por dentro me sentía calmada y estable.
Tome un profundo aliento, me senté, y empecé a escribir esto.
Después de todo, tenía una tonelada de cambios que hacer. Una tonelada de planes que poner en marcha.
Y no hay momento como ahora mismo para empezar.